Adentro, la sesión fue un escándalo. El oficialismo de la criptoestafa y la represión indiscriminada se enfrentó desde las primeras horas del miércoles a su propio desprestigio. A las escenas de pugilato entre las propias filas de La Libertad Avanza de la semana pasada, se sumó ahora una filtración. Esta vez, el involucrado fue el propio presidente de la Cámara, Martín Menem. Los audios que recorrieron todos los medios de comunicación hacían escuchar su voz diciendo, “los quiero gritándome, puteándome, nada de algo pacífico”. Las indicaciones eran para sus propios diputados. Una belleza institucional.
De ahí en más, toda la sesión se desarrolló como una muestra de la decadencia actual del régimen político. La propia diputada Marcela Pagano, de las filas de la patética interna libertaria, denunció haber sido amenazada por Martín Menem. Cuando le cortaron el micrófono, sacó un megáfono de su bolso y continuó su agitación contra el presidente de la Cámara.
Hubo muchos otros cruces. Pero tanto o más importante era lo que pasaba afuera. Las mentiras de Patricia Bullrich habían caído. El país entero había visto que al fotógrafo Pablo Grillo las fuerzas de seguridad le habían tirado a matar. También que a una jubilada, de más de 80 años, le habían pegado de forma brutal. O que a los más de 140 detenidos los habían tenido que liberar de inmediato porque ninguno era “barrabrava”. El escándalo no fue nacional, sino que recorrió los medios de comunicación de todo el mundo. Fenómeno barrial.
En este marco, la ex funcionaria de De la Rúa, de Macri y ahora de Milei tuvo que cambiar de política. Después de su derrota, tuvo que mandar a cortar ella misma las calles y a montar un burdo operativo de amedrentamiento con altoparlantes en las estaciones de tren, queriendo intimidar a los manifestantes para que no fueran.
El operativo, desmesurado, fue denunciado desde adentro y desde afuera del Congreso Nacional. Nicolás del Caño fue contundente: «No se puede sesionar con la militarización del Congreso nacional». Vanina Biasi, por su parte, denunció que “sin dictar Estado de Sitio, este Congreso está militarizado». Christian Castillo, Alejandro Vilca y Mónica Schlotthauer completaban el gran equipo del Frente de Izquierda que, una vez más, fue la representación de la calle en el parlamento. La expresión del único espacio que en todo este tiempo no le aportó ni un solo voto a los planes de Milei. Myriam Bregman y tantos otros referentes, como siempre, también fueron protagonistas de la jornada en las calles.
La casta actuó, como siempre, en sentido contrario. El gobierno de Milei llegó a esta sesión en su peor momento, acorralado no solo por su desprestigio político por la criptoestafa, por las movilizaciones del 1ro de febrero, del 8 de marzo y por la gran voluntad de resistencia contra sus planes que se vio el miércoles pasado, sino también cuestionado por la represión y apurado por los “mercados”. El ministro Luis “Toto” Caputo no para de vender reservas que el Banco Central no tiene y, además, viene anunciando un acuerdo con el FMI del cual se saben muy pocas precisiones. Ni montos, ni plazos, ni condicionalidades. En los últimos días, la volatilidad de los dólares paralelos expresó el nerviosismo de los mercados ante la demora en darle el cierre al acuerdo con el FMI.
En ese marco, el oficialismo emitió -de forma ilegal- el DNU para autorizarse a sí mismo a acordar con el FMI, y la Cámara de Diputados se lo convalidó. Gracias a una reglamentación de la época de Cristina Kirchner, tampoco importa ya lo que haga el Senado, dado que se precisa el rechazo de las dos cámaras para que caiga un decreto. Poderes de monarca. El DNU quedó blindado, si de las instituciones depende. Por eso, tras la votación en el parlamento Myriam Bregman denunció que “lo que están haciendo saben que va a ser recordado por el pueblo. Los que levantaron la mano cometieron una ilegalidad total”. Habrá que ver en las próximos días la recepción de este mensaje por parte de los «mercados» y, sobre todo, cuándo anuncian el acuerdo con el FMI y en qué condiciones se hace. Aun no está claro si les alcanzará para eliminar la incertudumbre de estos días.
Concretamente, la votación de la casta para salvar al gobierno y los planes del FMI fue con 129 votos afirmativos de La Libertad Avanza, el PRO, radicales, la Coalición Cívica, los gobernadores, Pichetto y un sector de su bloque. También hubo 5 ausentes de Unión por la Patria, mientras que muchos dirigentes del peronismo solo se llenan la boca de discursos pero es tan solo demagogia pensando en la campaña electoral, sin proponerse en absoluto derrotar los planes de Milei.
Afuera, la calle, está cada vez más alejada de la casta que ayuda a Milei. A pesar de las intimidaciones del gobierno y del miedo que quisieron meter con la represión de la semana pasada y el amedrentamiento de estos días, fueron miles de personas las que se movilizaron para apoyar a los jubilados, contra la represión y contra el acuerdo con el FMI , dispuestas a defenderse de la represión de Bullrich si eso resultaba necesario. A diferencia de la semana pasada, en la composición hubo más gente organizada en organizaciones políticas, sociales, sindicatos y centros de estudiantes, y menos espontaneidad de «gente suelta». Tuvieron menos peso las hinchadas. Pero los miles que se movilizaron cuentan con el apoyo de millones que repudian el hambre a los jubilados y la represión.
Es cierto. La jornada no fue lo suficientemente masiva y combativa como para derrotar la aprobación del acuerdo con el FMI o el fin de la moratoria que busca hambrear aún más a los jubilados. Eso es responsabilidad, también, de la conducción de la CGT que, una vez más, evitó llamar al paro para que fuera una jornada más contundente de lucha. Los contingentes principales, junto a los jubilados y estudiantes organizados en sus centros, los aportaron las organizaciones de izquierda, también estatales y organizaciones sociales. Algunos pocos gremios de la CGT fueron apenas con los “cuerpos orgánicos”, sin paro ni ninguna política seria para que participe masivamente la base.
Los burócratas y la casta le siguen perdonando la vida a Milei en su peor momento. Pero se están tensando los músculos de una creciente voluntad de lucha y se acumulan las experiencia de organización y pelea de decenas o cientos de miles de personas. Le dieron este miércoles un respiro a Milei pero la inestabilidad política y social está inscripta en el horizonte y un nuevo acuerdo con el FMI -aunque hoy no podamos pronosticar los ritmos- culminará como siempre en un desastre para las mayorías populares. Así ha sido siempre, pero estamos a tiempo de evitarlo con la lucha. Para las próximas semanas se preparan nuevas movilizaciones por los jubilados, el 24 de marzo en un nuevo aniversario del golpe y, si la CGT convoca finalmente al paro nacional, estará planteado tomarlo desde las bases sin ninguna confianza en la burocracia, para que no sea una medida y aislada, sino un paro nacional activo que se continúe en un plan de lucha en el camino de la huelga general para derrotar a Milei, el FMI y los planes de los grandes empresarios.